De tres y media a siete
Juan sabía que moriría en pocas horas.
El reloj marcaba las tres y media.
El sida había hecho estragos en su sistema inmunológico. El virus había agudizado aún más su lesión de corazón innata. Estaba solo en la habitación del hospital. En los últimos tres meses, tras el viaje a la India, aquello había sido su hogar.
La soledad del momento era una soledad deseada, quería morir lleno de sí mismo, sin distracciones. Había expulsado amablemente a todo el mundo; todo lo amablemente que supo hacer en momentos así. Nadie lo entendió. Juan quería espacio y tiempo para recordar su vida, los treinta y un años en los que había permanecido en nuestro mundo.
* Para leer el relato entero, contáctame.

Escribir, escribir, solo por el placer de explicarte una historia.
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